
Nos equivocamos una y otra vez,
tropezamos sin darnos cuenta.
Caminamos sin mirar por donde vamos,
bajamos la vista para no ver.
Oímos frases sin sentido,
nunca escuchamos las palabras.
Lloramos sin consuelo,
sufrimos sin razón.
Hablar nos hace sentir bien,
nos libera de nuestra cautividad.
Pero no escuchamos lo que nos dicen,
nos oímos a nosotros mismos sin intentar comprender.
Nos incomunicamos con los demás,
mal interpretamos sus palabras.
Sufrimos inútilmente nuestras propias equivocaciones.