
Hoy al despertar mi mente se ha llenado de respuestas. He comprendido que me he equivocado de camino. Una y otra vez volvía por el mismo lugar a pesar de darme cuenta que no era el adecuado. Tenía la esperanza de que algo cambiara, de que las piedras no serían las mismas, ni los árboles me saludaran con sus ramas. Pensaba que al mirar al cielo una señal me indicaría el camino. No me daba cuenta de que simplemente debía elegir otro distinto. Si era necesario debía volver atrás para retomar el camino correcto. Todas las señales me decían; “el camino no es peligroso, pero no es este el que debes tomar”. No sé qué me hizo volver una y otra vez, cerrar los ojos y seguir intentando llegar al final. Imaginé que me esperaba un lugar alegre, soleado en el que todo era felicidad y amor. El camino elegido me ofrecía una alegría pintada, unos sueños inventados. Sentía desconfianza y lejanía, como si a cada paso me alejara más de mi destino. Me engañé a mí misma, luché por que todo fuera como yo lo imaginaba, pero siempre volvía a caer en la tristeza. Siempre me esperaba la decepción y la falta de cercanía.
Ya he dejado el camino, aunque me cuesta un poco avanzar. Sé que nunca lo voy a olvidar, pero debo elegir el que me corresponde.