Acurrucada en la
oscuridad me dejo atrapar por la inmensidad del firmamento.
Me tapo con una manta,
pues el frío de la noche comienza a envolverme hasta hacerme tiritar.
Miro el cielo y me pierdo
entre el fulgor de las estrellas.
Poco a poco me siento
rodeada de misteriosos brillos que me hacen sentir diminuta e indefensa.
Pierdo la noción del
tiempo y me convierto en una estrella más.
Vago a través de la vía
láctea dejándome arrastrar por los sonidos de la noche.
El miedo se convierte en
expectación y la oscuridad calma mi temor hasta que me adormezco.
Sueño que soy infinita,
que soy eterna.
Sueño que soy estrella.
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