Querido Felipe:
Cuando me dejaste me sentí morir, te quiero tanto,
que mi mundo se derrumbó por completo. No soportaba la idea de no volver a
acariciar tus cabellos dorados, de no sentir tus suaves manos acariciar mi
cuerpo. Busqué tu olor en todos los rincones de la casa y por fin lo encontré
en nuestra cama. El lugar donde tantas veces habíamos sido felices, donde eras
sólo mío y el mundo no existía. Pero ahora está triste, vacía de risas, de
placeres, de sueños. Te has marchado sin llevarme contigo, me has dejado sola
ante una manada de lobos que desean por todos los medios mantenerme
encarcelada.
Me acusan de locura y ya no puedo confiar ni en
nuestro hijo. Todos son enemigos, me siento amenazada a cada momento y yo
intento que piensen que no podrán conmigo, que sólo la muerte conseguirá
destruirme. ¿Cómo vivir en un mundo hostil?, ¿cómo defenderme si estoy sola? Si
estarías junto a mí, dejaría que me abrazaras hasta hacerme olvidarlo todo. Tus
brazos fuertes me arrastrarían al olvido y dormiría.
Mis noches se han convertido en una larga sucesión
de horas, minuto, segundos, y sólo deseo que el amanecer inunde mi cama.
No sé cuánto tiempo podré soportar esta vida de
soledad y tristeza. No veo el momento de reunirme contigo, pues esta vida ya me
ha dado lo mejor y me lo ha quitado sin remordimientos. Ahora me toca descansar
y dejar de esperar.
Te quiere:
No hay comentarios:
Publicar un comentario